lunes, 24 de enero de 2022

La dueña de la prisión

La dueña de la prisión

Canción


No era difícil refugiarse en su pollera

pero sí que era imposible penetrar su corazón.

Era guerrera, desalmada, sin fronteras,

con las armas siempre prestas para el sexo de ocasión.

Desde su ombligo y a una cuarta de destino

me adentré en un laberinto sin cartel de evacuación.


Ella se engarza sobre mi espalda

y abrocha el broche sin compasión.

Muerde mi lengua, lame mi boca

y enciende lunas de sol a sol.

Me mata y muere, me ata y desata

me envuelve y vuelve sin solución.


No era sencillo de esquivar tantos ardores

ni tampoco yo quería que ella dejará de hacer.

En el puñal de su sonrisa había la prisa

de asestar la dentellada que alimente su placer.

Por la cascada de su espalda me deslizo

hasta el monte del hechizo a encontrar mi perdición.


Ella se queja pero me deja

y apronta el goce sin dilación.

Se vuelve espuma sobre mis olas

y abre su playa de mar en mar.

Me besa y tiesa, me rapta y repta

sobre la arena de su colchón.


No era soluble en aguas de enamorarse

ni era afecta a los altares ni a libretas de prisión.

No más mirarla para entrar a encandilarse

con el brillo penetrante de unos ojos de farol.

En la maraña de su pelo hay una araña

que no pica pero atrapa en su red de seducción.


Ella me quiere pero no me ama

y entiende el juego de la traición.

Puede ser mía, puede ser tuya,

pero no entrega su corazón.

Tiene la reja, tiene la llave,

ella es la dueña de la prisión.



Letra: Juan Carlos Martínez

R. de Escalada, 24/01/22   14.57

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