jueves, 9 de diciembre de 2021

Remigia

Remigia

Zamba


Con la cara llena de surcos del tiempo

fue arando Remigia su sol de crecer

a campo traviesa con trigo en las manos

que harinando el aire fue pan de su fe,

a campo traviesa con trigo en las manos

que harinando el aire fue pan de su fe


En su rancho pobre de vientos de tierra

solita en las noche soñaba con ser

aquella princesa, cabellos dorados,

que su piel curtida no habría de ser,

aquella princesa, cabellos dorados,

que su piel curtida no habría de ser


Remigia vivía en lo inmenso

porque ella era inmensa en su modo de ver;

amaba el estío y el frío,

lo verde, lo yermo y el ser lo que fue;

Remigia se fue de la vida

sin saber siquiera lo que es ser mujer.


Por sus ojos todo pasaba admirado

como un gran espejo que todo lo ve;

Remigia buscaba la estrella lejana

que tal vez su hombre pudiera traer,

Remigia buscaba la estrella lejana

que tal vez su hombre pudiera traer.


Era la tibieza de un mate amigable,

florcita silvestre pidiendo beber;

el agua que besa la tierra abrasada

despertaba en ella quizás otra sed,

el agua que besa la tierra abrasada

despertaba en ella quizás otra sed.



Letra: Juan Carlos Martínez

Buenos Aires, 11/05/10 13.16

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