A las diez de la mañana
Tango
Amanece y el amor está en veremos
y entretanto conversamos
y de tanto hablar no amamos.
Amanece y la alcoba es pura ausencia
sin abrazos, sin sus labios
y aparecen los agravios.
Es la hora decisiva en la esfera del amor
mientras pasan los minutos
que nos restan a los dos.
Amanece y el amor está en ayunas
y a las diez de la mañana
simplemente ya es adiós.
Su paso, presuroso y atrevido,
se va, ya tiene todo decidido.
Aquí, sin solución,
murió de inanición
aquello que creí
sería amor.
La garúa de perder moja a mis ojos
y por cierto que a los suyos
no les cabe ni el rocío.
Es tan fría su sonrisa y su mirada
sólo es hielo porque el fuego
ya no es parte de su juego.
Es la muerte repentina que te deja sin reacción
entretanto los insultos
se silencian en mi voz.
A las diez de la mañana ella se esfuma
como barco entre la bruma
decidida ya a zarpar.
Letra: Juan Carlos Martínez
Buenos Aires, 05/04/11 00.26
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