A la hora de elegir
Rumba
Cargando la última copa me fui de aquel bar
con varias promesas absurdas que no iba a cumplir.
Bastaron dos cuadras de frío para desistir
y así sin pensarlo dos veces volví para atrás.
La misma trampera caliente que huele a aguardiente me supo tentar
y todo volvió como antes a ser tan normal.
Después de beber varios tragos me da por nombrar
a cuanto demonio sin nombre se apiade de mí.
No pueden los ebrios por ebrios fingir ni mentir
y menos guardarse de nada que deba ocultar.
La puta rutina ladina como una toxina se pone a ladrar
y grita lo que uno bien sabe debiera callar.
Ni tan blando ni tan duro ni tan bueno ni tan ruin
ni tan vivo pero un tonto a la hora de elegir.
Por lo poco que parezca yo sé bien con quien andar
aunque nunca tuve en claro quien al lado quien detrás
y a quien debe uno dejarlo caminar sin caminar.
Por suerte la ira y la riña no van a brotar
pues soy de los que portan penas que son sin raíz.
Disgustos y amores de sobra me faltan a mí
como para hacer de mi vida en la web un portal.
La dura cordura inmadura detrás de una historia me supo atrapar
y quiso la pluma y la prosa entrar a intentar.
No pudo la mente gastada saber que contar
ni pudo el principio de nada llegar a su fin.
De tal laberinto sin huellas no puedo salir
a menos que sea la muerte quien me ha de guiar.
De hielo se pinta mi cielo de fuego mi infierno de guerra mi paz
en tanto me bebo la vida en la mesa de un bar.
Letra: Juan Carlos Martínez
R. de Escalada, 09/02/19 20.05
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