Como un muerto cualquiera
Canción
Donde voy no preciso ni tiempo ni gastar dinero.
Nadie quiere llegar a la fila y ser el primero.
Todos pueden andar sin prejuicios mostrando las nalgas.
No se presta atención a qué tienes o a cuánto tú valgas.
Allí el aire, sin bien sigue gratis, te cuesta una vida.
Los pasajes jamás tienen vuelta, son sólo de ida.
Los colores devienen en luz pues no existe lo oscuro.
No hay profetas, no hay dioses ni magos, no existe el conjuro.
No se admiten tricotas de mármol ni porta retratos.
Caminar por allí es lo mismo que andar sin zapatos.
No hay estrellas ni hay medias lunas, no hay crucifijos.
No hay más virus que obliguen a usar fastidiosos barbijos.
Arribado a un Edén no soñado, acaso prohibido,
por mi estilo de vida ajetreado y andar desteñido,
me tope como un muerto cualquiera a la entrada del túnel
para ser uno más de los tantos que aquí no destacan.
El portero no es tal ni te anuncia una sorda trompeta.
Cada cual trae aquí bajo el brazo su propia ruleta.
Unos temen entrar y lo hacen con mucho sigilo.
Otros como si na nunca pierden su calma ni estilo.
Encontré mi lugar y la playa no estaba desierta.
Sin arena y sin mar parecía más bien una huerta.
De primera pensé me parece que aquí yo no encajo.
Pero luego observé que ya nada me daba trabajo.
Tan liviano como una paloma cuando se desploma.
Tan morado como el frío idioma de un tonto hematoma.
Así fue que llegué hasta la casa de la funeraria.
Con la muerte clavada en los ojos sin pena ni gloria.
Letra: Juan Carlos Martínez
R. de Escalada, 14/02/22 17.52
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